martes, 27 de marzo de 2012

Bajitos, pero no tontos

Estoy emocionada con la idea de volver a ser madre, ya sabemos que será otro niño y me muero de ganas de volver a vivir la emoción de esa primera noche en blanco, contemplando a mi bebé acurrucado a mi lado, y oliendo su piel de bizcochito recién salido del horno.

Y por otro lado siento ese pánico escénico, porque ya sé lo que es vivir con ese constante miedo que se te mete en el cuerpo una vez has parido, esa angustia por si serás capaz o no de darle todo lo que necesita, esa necesidad de protegerle de todos los males que le puedan acechar (ya sean virus que ataquen sus defensas, cantos de mesas que le provoquen chichones o niños que no quieran jugar con él en el parque). Y a la vez tener la certeza de que no puedes hacerle escapar de todo eso. 

En estos tiempos en que proliferan supernannies, métodos Estivills o bésamemucho, teorías sobre la crianza de los hijos que pretenden allanarte el camino y establecer una única manera, siempre la correcta, de educar a un hijo, lo raro son los padres que no se apoyan en ninguna de estas teorías para abordar la difícil tarea de criar a sus pequeños y que simplemente se lanzan al vacío con la única ayuda de su intuición. No es fácil, cada día te preguntas si lo estarás haciendo bien, tomas decisiones que no sabes si beneficiarán a tu hijo a largo plazo o le perjudicarán. Y es en ese estado de incertidumbre constante cuando te das cuenta de que sí, que lo estás haciendo bien, que el simple hecho de cuestionarte cada acción demuestra que eres un buen padre, una buena madre.

Yo utilizo como guía una frase que siempre dice mi amiga Elia, a lo mejor no es muy pedagógica pero la tengo grabada a fuego y recurro a ella en momentos de angustia maternal. Mi amiga siempre dice cuando habla de los niños: son pequeños pero no son tontos. Así de simple. ¡Y funciona! Sin perder de vista que son niños, que tienen que disfrutar de su infancia, y que hay que preservar su ingenuidad, la idea de tratarlos de igual a igual me parece el "método" más sensato en estos días, no hablar de los pequeños delante de ellos como si no estuvieran presentes, no dirigirse a ellos con voz de pitufo y no presuponer que son incapaces de entender ciertas cosas. Sí, ésas son mis reglas.



1 comentario:

mvi dijo...

qué mala me ponen los adultos que hablan con lengua de trapo a los niños...

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